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viernes, 19 de mayo de 2023

⏩🇯🇵El Tatemae (建前) y el Honne (本音)🎎✅⏪

 Principales diferencias entre la Pragmática española y japonesa.


¿Por qué los japoneses no dicen su opinión? Y, ¿por qué no debe considerarse como algo negativo? Diferencias Nipo-Hispanas.

En el presente ensayo documentaremos por qué los japoneses no dicen su opinión y por qué no debe ser considerado como algo negativo, y para ello nos ayudaremos del principio de cooperación y la inferencia del significado implícito, tanto de la sociedad española como de la oriental, así como nombraremos el rompimiento de las máximas de Grice ilustrándolo con ejemplos contextuales de ambas culturas. Existen tres tipos de relaciones que puede contraer los signos, pero la más importante en la que nos centraremos será la de tipo pragmático (relación de los signos con los intérpretes), no sin antes dar una breve definición de pragmática.  

El término pragmática se incorpora en 1938 por Charles Morris y estudia la comunicación y la interpretación que le damos. La pragmática recoge cómo empleamos el lenguaje en una situación comunicativa concreta para tener éxito en la comunicación, la relación entre el hablante, el receptor y el habla. De este modo, la pragmática analiza por qué el destinatario de un enunciado como [ya le llamaremos] emitido por una empresa de selección de personal, puede interpretar tanto que será seleccionado como lo contrario. La disciplina pragmática es tan amplia que hay investigadores que se centran en la pragmalingüística, otros en la pragmática sociocultural, en la pragmática cognitiva. La que nos ocupa aquí es la pragmática sociocultural.


Todo acto de comunicación requiere la cooperación que guíe a los interlocutores en la conversación. Cualquier acto de comunicación incluye dos interlocutores, y por tanto, existen unos principios implícitos y automáticos por el que se espera un determinado comportamiento entre ambos, como consecuencia de un acuerdo previo[1]. No nos enseñan a comportarnos directamente, sino que indirectamente, y Japón no es la excepción. Estas máximas no hay que seguirlas, sino que funcionan precisamente porque se rompen y no se cumplen. El honne (本音) y el tatemae (建前) son los términos del idioma japonés que describen el protocolo de comunicación de la cultura del sol naciente y que trataremos de explicar. Estos dos conceptos básicos van siempre juntos al ser dos caras de la misma moneda, y que ayudan a entender las relaciones sociales en las islas niponas.


Honne (本音) podríamos traducirlo como «sonido verdadero» ( es origen, base, verdad y es sonido, ruido) y tatemae (建前) significa literalmente fachada ( es el kanji de 建てる, «construir» y es «antes» o «delante de»). En otras palabras, honne lo podríamos definir como intenciones verdaderas, lo que realmente piensas, tu verdadera opinión, sin filtros, que solo se manifiesta en los círculos más cercanos, que no tiene que ser visto como algo negativo. Japón desarrolló estas conductas por su densidad de población en un archipiélago, por lo que la cooperación mutua y ausencia de conflictos era de vital importancia en el día a día. Mientras que tatemae hace referencia a las obligaciones sociales, es decir, el pensamiento general de la sociedad y la conducta usada, entre otros ejemplos, por trabajadores de una empresa. El colectivo y a la armonía social es más importante que el individuo en la sociedad japonesa, conocida como (suma). Para mantener esta armonía social, evitan expresarse de manera muy directa por temor a herir la sensibilidad de su interlocutor y no expresan de forma habitual su opinión por no crear una discusión si la otra persona piensa de manera distinta. Digamos que la máxima prioridad, como protocolo establecido, es no crear conflictos.


Esto rompe por completo la máxima de calidad de Grice: «Intente que su contribución sea verdadera», que a su vez se desglosa en las siguientes submáximas: «No diga lo que crea que es falso», «No diga aquello sobre lo que no tiene pruebas». Quien transgrede la máxima, no por ello deja de cooperar, sino que lo hace con el ánimo de que quien lo escucha lo descubra e inicie un proceso inferencial[2] que le lleve a desvelar la información implícita o la implicatura. Por ejemplo, si una hija adolescente, ante un plato de comida que no es de su gusto, informa a la madre de que [cada día me gusta más el bacalao] la madre percibe que su hija no está diciendo la verdad -por lo tanto, está transgrediendo la máxima de calidad-, por lo que deducirá, esto es, inferirá, que lo que su hija ha querido decirle es justamente lo contrario. El hablante puede violar la máxima de calidad de varias maneras: Puede decir algo que no representa lo que piensa: En una tienda de ropa, cuando hemos visto una prenda que no nos agrada especialmente, Bueno, luego volvemos.


En contraposición a esto está el honne, que es tu parte interna, son tus sentimientos y pensamientos reales, que sólo muestras delante de tu círculo más cercano y de confianza. Estos pueden no estar en concordancia con lo que la sociedad espera de ti, y por ello es mejor no mostrarlos en público. Según Escandell Vidal (1996), las culturas orientales recurren a las frases hechas para evitar el conflicto. Se evita discutir a través de proverbios, ya que no se puede realizar una crítica directa. Sienten la necesidad de preservar las relaciones armónicas entre los interlocutores. Cuando hay conflicto no puede manifestarse abiertamente, de modo que se observa una fortísima tendencia a evitarlo. El recurso a los proverbios y a las máximas es la estrategia preferida en estos casos, ya que el emisor, sin manifestar el desacuerdo explícitamente, apela a la autoridad de la tradición para apuntar una solución diferente.

https://linguahistoriaweb.blogspot.com/2023/05/Tatemae%20%20y%20Honne%20.html

Lo cierto es que esto es algo que existe en todos los países, pero en Japón tiene especial importancia y por eso en su lengua tiene términos específicos para referirse a ello. Los occidentales no van tampoco diciendo lo que piensan a desconocidos, o quizás somos algo más prudentes en el trabajo. Sin embargo, consideramos que «poner buena cara» por quedar bien es considerado hipocresía y socialmente negativo. Eso nos puede llevar a pensar que los japoneses son unos falsos y mentirosos, y percibirlos de manera peyorativa. Para los japoneses, una persona que no controle el tatemae, y sea excesivamente sincero en un contexto inapropiado, no tiene educación porque hiere al interlocutor y rompe la armonía. En Japón son aquellos que no saben adecuarse los que están mal vistos por la sociedad (ILWEN DEPP, 2017.  japonandmore.com).

Obviamente esto no es algo exclusivamente japonés, en las culturas occidentales uno tampoco va soltando libremente sus opiniones a las primeras de cambio, pero lo cierto es que en Japón es algo muy acusado y rígido. ¿Por qué? Pues en primer lugar porque mantener una actitud de tatemae es una señal de cortesía. La oficina es un espacio de tatemae, por ejemplo (Tomàs Avellana, 2006. japonismo.com).

Pongamos otro ejemplo. Supongamos que asistimos a un recital musical de nuestra hija. Después de que este termina, ella pregunta por nuestra opinión y respondemos que “la actuación no fue especialmente brillante”. Si bien la oración “la actuación fue horrible” produciría las mismas implicaciones contextuales que la primera, posiblemente nosotros escogeríamos la primera de ellas. Entonces, para no herir los sentimientos de nuestra interlocutor, muchos se decantarían por la opción menos eficiente cognitivamente. Nosotros comunicamos más que nuestro mensaje, y eso es la pragmática. “Los enunciados se interpretan siempre dentro de un marco metacomunicativo que clasifica la intención del habla y el papel de los participantes” (Graciela Reyes, 2021).


Para terminar, aclararemos que, en la sociedad occidental ocultar la verdad o no dar tu opinión real puede ser tachado de hipócrita, pues la sinceridad se considera una característica importante en nuestra cultura para prevenir ciertas situaciones. Pero no por eso nuestras conductas son las más correctas y válidas, ya que la sociedad japonesa se encuentra bastante avanzada y posee otro protocolo de conducta social. La línea divisoria entre tatemae y honne es de suma importancia en Japón. Si se quiere decir algo que evite conflicto se tratará de manera poco clara y con pequeñas indirectas. De hecho, en Japón está incluso mejor valorado el silencio que la espontaneidad. También existe la idea de que alguien que habla mucho fácilmente puede no estar diciendo la verdad, y al contrario, se considera que la practicidad a la hora de hablar es sinónimo de honestidad.


Es cierto que hay cierta disciplina en estos protocolos, y por ello se piensa que puede ser una sociedad algo robotizada; pero no porque una sociedad tenga ciertas conductas sociales y distintas tradiciones no significa estar en lo incorrecto, sino que hay que conocer el contexto cultural e histórico en el que se desarrolló dichos protocolos. Lo bueno y lo malo de un país es subjetivo de cada uno. El conjunto de conocimientos compartidos entre interlocutores que permite a cada uno interpretar el mensaje lo determina el contexto sociocultural.


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TE PUEDE INTERESAR:

BIBLIOGRAFÍA

-dle.rae.es

-Escandell Vidal (1996). Introducción a la pragmática.

-García Suárez, 2011. Modos de significar.

-Graciela Reyes, 2021. El abecé de la pragmática.

-https://japonandmore.com/2017/12/11/honne-y-tatemae/

-https://japonismo.com/blog/entre-la-obligacion-social-y-el-deseo-tatemae-y-honne

-Hurford y Heasley, 1983. Semantics: A Coursebook.

-ILWEN DEPP, 2017.  japonandmore.com

-Magdalena García González, et al, 1995. Investigación histórica. Manual para la enseñanza de la historia de la filosofía.



[1] El llamado `principio de cooperación´.
[2] La noción de inferencia lingüística ha sido definida como "cualquier conclusión que uno puede razonablemente derivar a partir de una oración o enunciado" (Hurford y Heasley 1983, en Zenteno 1999-2000: 228). La inferencia es un proceso cognitivo en el cual se integran conocimiento del mundo […] y la situación particular en que se desarrolla el intercambio comunicativo, es decir, participan tanto conocimiento intralingüístico como extralingüístico” (Carston 1971, en Ellis 1985: 172-173).



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